En promedio, por cada 10 de las 11.961 pruebas de alcohol realizadas en el 2023, en carretera, a los conductores, 3 dieron positivo.
En total, 3.272 pruebas de espiración de aire, aplicadas por los oficiales de la Policía de Tránsito, detectaron alcohol en el cuerpo del conductor, es decir, el 27.4%.
Para las autoridades, estas cifras son muy lamentables y alarmantes, porque en términos sencillos, 3 de cada 10 o cerca de 1 de cada tres conductores testeados decidieron “jugársela” y conducir en estado etílico, en diferentes grados.
Si para las autoridades eso es de preocupación, lo es todavía más, si se analiza que, de las 3.272 pruebas positivas, 2.153 arrojaron niveles tan altos de alcohol en el organismo, que fue preciso presentar ante la Fiscalía a estos conductores, para que enfrenten una causa penal por el presunto delito de conducción temeraria.
Dicho lo anterior, de otra forma, el 66%, dos tercios de los casos positivos de alcohol detectados, el año pasado, eran tan altos que cuesta creer que esas personas pudieran conducir un vehículo.
Para la Policía de Tránsito, si bien estas cifras son muy negativas, al analizar que las personas se atreven a conducir en ese estado, también refleja el trabajo constante del cuerpo policial, por atacar esta conducta y otras, particularmente peligrosas. Visto de otras manera, de alguna forma, potencialmente, se les salvó la vida o la de terceros inocentes.
El resto de los casos positivos incluyen 269 que mostraron un nivel de alcohol que implicó una sanción de ¢368.000 y la acumulación de 6 puntos en la licencia, lo que les obligará a realizar un curso de reeducación vial, y ganarlo, para poder renovar su licencia.
Otros casos, no pocos, 859 dieron positivo, pero el nivel de alcohol era tan bajo que no implicó ninguna sanción.
El año pasado, perdieron la vida 31 personas en accidentes en los que se estima que quien conducía el automotor iba bajo los efectos del licor.
